Recientemente el caso de Malala Yousafzai, la niña pakistaní tiroteada por los talibanes cuando ejercía su derecho a asistir a la escuela, ha revelado que muchas niñas en el mundo están privadas de este derecho que se reconoce como fundamental.
Niñas obligadas a permanecer en la casa o casadas a edades tempranas son formas de maltrato que queremos denunciar y que a veces lo tenemos muy cerca.
Para sensibilizar a nuestras niñas y a nuestros niños hemos escrito un cuento:
"Yamila no va a la escuela"
que nos sirva de motivación para elaborar los mensajes que intentarán abrir las puertas de la escuela de Yamila, hacer entender que el derecho a asistir a la escuela es universal y que ninguna niña puede ser privada de él por el mero hecho de haber nacido mujer.El cuento escrito por Begoña Álvarez Moratinos está sujeto a Copyleft por tanto a disposición de cualquiera que quiera utilizarlo con el fin para el que fue creado y solo se ruega, pues, citar la fuente y autoría..
YAMILA NO VA A LA ESCUELA
Yamila vive allá lejos, cerca del valle
desde donde se ven las montañas con sus sombreros blancos, su casa está a
orillas del río Swat, un río lleno de peces donde los pescadores acuden a
diario.
Yamila quiere saber cómo se llaman los
peces, y quiere aprender el nombre de sus montañas. Le gusta saber escribir
para poder contárselo todo a su amiga Nahir.
Yamila se levanta por la mañana y prepara
el desayuno de Jafar, su hermano gemelo. Él va a la escuela, lee libros y
escribe hermosas poesías, conoce el nombre de las montañas, el de los peces y
el de los árboles que están a las orillas del río.
Yamila nunca fue a la escuela, su padre
la enseñó a leer y a escribir, era un juego secreto que no podía contar a nadie
y ella no sabe bien por qué.
Hoy Yamila se ha levantado como todos los
días, un poquito antes incluso, ha acudido a la habitación donde duermen su
madre y su padre y muy seria les ha dicho:
¡Hoy empezaré a ir a la escuela!
Mamá y papá se han mirado con cara de
preocupación, después mamá ha abrazado muy fuerte a Yamila y le ha explicado
que ella podrá seguir aprendiendo en casa pero que nadie puede enterarse, las
niñas no pueden ir a la escuela, las niñas solo pueden aprender a cuidar la
casa.
Ella se ha puesto triste y ha mirado a su
padre, su padre ha acariciado dulcemente a Yamila para decirle que su madre
tiene razón. ¡Seguirás aprendiendo conmigo!
Al llegar la noche ya no ha querido mirar
por la ventana, y llora agarrada fuertemente a su almohada.
Pero alguien toca su puerta y abre con
cuidado, su hermano Jafar llega para consolarla,
-Yamila, le dice, mañana irás a la
escuela.
-¿Pero cómo, Jafar? Ya has oído a mamá y
a papá, las niñas no pueden ir a la escuela, me echarán cuando me vean llegar,
incluso puede que me insulten y hasta que me peguen.
-No, Yamila, eso no va a ocurrir, será un
secreto entre tú y yo, mañana vestirás mis ropas, todos dicen que nos parecemos
así que nadie notará que no soy yo. Llevarás mis libros y mis cuadernos,
escucharás lo que allí se diga luego me lo contarás al llegar a casa. Aprenderemos
juntos. Un día irás tú y otro yo.
Esa noche Yamila no pudo dormir.
Al día siguiente Jafar y Yamila
intercambiaron sus ropas, Jafar se apresuró a poner el desayuno y ayudar en las
tareas de la casa, iba y venía tan rápido que su madre no se percató del
cambio.
Yamila emprendió camino a la escuela, al
llegar reconoció a Nadím y a José y al grupo de amigos de su hermano, les
saludó con miedo a ser descubierta pero nadie pareció darse cuenta del engaño.
Por increíble que pueda parecer pasaron
los días y Jafar y Yamila continuaron con su secreto.
Pero una mañana, cuando se disponían a
cambiar sus ropas, Yamila miró a Jafar con sus ojos grandes llenos de vida y
levantando su mano le dijo
¡Hoy no Jafar!, ¡Hoy iremos juntos!
¡Qué dices!, ¿te has vuelto loca? ¡No
podemos hacer eso!
¡Claro que podemos!
Jafar miraba a Yamila boquiabierto, la
siguió hasta la cocina donde su madre y su padre se disponían a empezar a
desayunar
-¡Hoy iré a la escuela!, dijo Yamila en
un tono de voz tan fuerte que su padre derramó el desayuno y su madre casi se
atraganta.
-¡Hija, ya sabes que eso no puede ser!
-No papá, eso… ¡ya ha sido!
-¿Cómo dices?
Su padre abrió lo ojos tanto que le costó
volver a cerrarlos
-Que ya he ido a la escuela ¡Y varias
veces! ¡Díselo tú Jafar!
Jafar asintió con la cabeza y poco a poco
fueron explicando lo que había pasado.
Esperaban la regañina, pero su padre y su
madre salieron de la cocina sin decir palabra, al rato volvieron con una enorme
sábana blanca y unos lápices de colores
Vamos, Yamila, dibujaremos aquí tu mayor
deseo, después haremos copias más pequeñas y las enviaremos por todo el mundo
para que sepan que hay escuelas cerradas para las niñas, pronto tendrán que
abrirte las puertas y mientras eso pase tu hermano, tu madre y yo iremos
contigo cada mañana y si no abren nos quedaremos fuera hasta que lo entiendan.
Cada día llenaremos las paredes con dibujos y poemas, y, al final, ¡abrirán!
Hoy Yamila ha mirado por la ventana y ha
visto las altas montañas, ha dibujado con su dedo los sombreros blancos, ha
recorrido la orilla del río y ha contado uno por uno los peces.
Yamila sigue esperando y pidiendo a las
niñas y a los niños de todo el mundo que dibujen sus escuelas con las puertas
abiertas y las niñas dentro, para que entre todas y entre todos las puertas de
su escuela puedan estar abiertas también para ella y para todas las Yamilas del
mundo.
2 comentarios:
Me ha encantado. El viernes lo leeremos en clase y reflexionaremos sobre esto. Lo pasaré a las demás a ver si se animan.
Begoña, no sé que haces con ese talento infrautilizado ¡tienes que escribir más!
Hola ,
soy Nieves del cole de Xove
No tengo menos que felicitarte porque es un cuento precioso el que has escrito.
¡enhorabuena, Begoña!
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